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martes, 20 de septiembre de 2011

Un Yuppie en la columna del Che Guevara, para revista Debate

Pecado de juventud

La nueva novela de Carlos Gamerro retoma a su personaje Ernesto Marroné, esta vez en el aprieto de explicarle a su hijo, aquellos locos y dorados años setenta


Si bien es cierto que Un yuppie en la columna del Che Guevara integra lo que constituye -hasta hoy- una trilogía compuesta por Las islas (1998) y La aventura de los bustos de Eva (2004), no quiere decir que deba leerse con la rigurosidad de una saga; individualmente confirman lo que se hace evidente al reunirlas en un corpus: la notable capacidad que tiene el escritor Carlos Gamerro de adentrarse en hechos fundamentales de la historia argentina para ficcionalizarlos por medio de una refinada prosa que no tarda en desbaratar cierta lógica realista y así potenciarse entre lo picaresco y absurdo, lo trágico y necesariamente irónico. Ya sea narrar la guerra de Malvinas o la contradictoria década del setenta. “Porque desde que ha visto, pegado en las paredes del cuarto de su hijo Tommy, el póster del hombre de la melena leonina, los ojos de obsidiana y la boina en la que relumbra una estrella solitaria, sabe que ha llegado el ineludible momento de decir toda la verdad sobre su pasado guerrillero y su pertenencia a la mítica columna Comandante Che Guevara”. Se trata nuevamente de aquel personaje que en La aventura de los bustos de Eva debía cumplir, entre otras cosas, la misión de adquirir y colocar un busto de Eva Perón en cada oficina de la empresa “Tamerlán e hijos” donde trabajaba. Sólo que ahora nos encontramos a mediados del año 75 y Marroné, el exitoso ejecutivo Ernesto Marroné, lector ávido de Cómo ganar amigos e influir sobre las personas y El samurai corporativo, está a punto de vivir una experiencia única en el Delta convirtiéndose, gracias a una extraña sucesión de causas y efectos, en el jefe de una organización guerrillera. “¿Cómo se convierte un hombre en el Che Guevara? No basta, evidentemente, con interiorizarse en su vida, leer sus escritos, tratar de meterse en su mente. Eso es apenas copiarlo. Y el concepto clave, los propios escritos del Che lo enseñan, es no el de imitación sino el de emulación: seguir su ejemplo no servil sino creativamente, desarrollar sus potencialidades inexploradas, aprender de sus errores y triunfar allí donde él había fracasado”, escribirá Marroné en su diario, especie de símil de Diario de Bolivia, cuando ya lo ha dejado todo por la causa y se ha mimetizado al punto de sufrir asma. Pero como ser no es lo mismo que parecer, y un hombre no son todos los hombres, habrá que ver qué sucede con Marroné cuando la frustración del “Hombre Nuevo” imprima en su carácter todo el peso de una ideología en constante contradicción: pasarán los años y recordará esa década con una vaga sensación de despojo consentido. “Presiento que la tuya será una generación más sensata que la nuestra”, le dirá Marroné a su hijo Tommy cuando apenas un póster colgado en el dormitorio de su hijo le dé la señal de que sí, finalmente ha llegado la hora de que se entienda en qué estriba este oxímoron que se impone con brutalidad al imaginar Un yuppie en la columna del Che Guevara.

UN YUPPIE EN LA COLUMNA DEL CHE GUEVARA
Carlos Gamerro
Edhasa
408 PÁGINAS



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