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jueves, 8 de diciembre de 2011

LEER



No hay lector que no lo haya experimentado alguna vez: encontrarse en medio de una lectura y sentir la necesidad imperiosa de recomendar el libro a alguien; de pronto surge ese nombre y son dos los que están leyendo, uno  lee por el otro con esa hermosa sensación de tener entre sus manos algo revelador y al mismo tiempo íntimo. Tiene que leer esto, piensa uno; y en esa especie de mensaje cifrado para sí mismo surge la evidencia: la noción del tiempo se desbarata, retomar la lectura es querer postargarla todo lo posible. Ahora es fácil advertir que ya no estás solamente leyendo, se trata de algo mucho más profundo y determinante, te asomas con vértigo al borde del libro temiendo su final. 


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