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domingo, 16 de enero de 2011

APUNTES PARA UNA CONFERENCIA SOBRE JAVIER MARÍAS

 
 


MAÑANA EN LA BATALLA PIENSA EN MÍ:


 
  Para Weinrich hay tiempos gramaticales del comentar y del narrar perfectamente delimitados; por lo que él los divide en tiempos del mundo comentado y tiempos de mundos comentadores. Los del primero son el futuro perfecto, futuro y presente. Mientras que los del segundo son pretérito perfecto, pretérito imperfecto. Si los tiempos del presente nos informan ( al lector) de qué modo tenemos que escuchar, entonces podemos decir que la novela de Javier Marías se abre sobre un relato. No se presenta a un personaje en plena acción, o un diálogo, o simplemente una descripción que podría introducirnos en cierta atmósfera. No. Javier Marías nos introduce en su novela de esta manera:
  “Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre sus brazos (...)”
  Así, el lector va construyendo durante el curso de la primera página la temática que tendrá la novela. Comentarios como:
  “Muchas veces se ocultan los hechos o las circunstancias: a los vivos y al que se muere (...)”
Exige adoptar una determinada postura, acompañar al narrador, actitud inmediata: una opinión, una valoración.
  Sabemos que estamos recogiendo información, pero ignoramos la necesidad de relacionarla con el pasado. Hasta que el mismo narrador nos dice:
  “Hay un grado de irrealidad en lo que a mí me ha pasado (...), o quizá debería emplear otro tiempo verbal, el clásico en nuestra lengua cuando contamos, y decir lo que me pasó”
  A partir de entonces sentimos que comienza el relato; pero como el narrador mezcla los tiempos, como mediante giros nos introduce nuevamente en un comentario, luego de haber anotado una afirmación:
  “Yo no lo busqué, yo no lo quise”,
y luego:
“...debería decir yo ahora que sé que ella ha muerto (...)”
no podemos dar cuenta rápidamente cuándo es que comienza a contar lo que le sucedió. Hasta que debemos adoptar una postura:
  “Nadie me creería si lo dijera, lo cual sin embargo no me importa mucho, ya que soy yo quien está contando, y se me escucha o no se me escucha, eso es todo”
  Comienza el relato, los tiempos del mundo comentado, con una fiel marca de narrador protagonista:
  “Lo primero que había dicho (...)”
va a decir el narrador, hablando de Marta Téllez, la mujer que se le ha muerto durante una cita.
  El mundo narrado es indiferente frente a nuestro tiempo. Puede quedar fijo en el pasado por una fecha, o acaso en el presente.
  “Tal vez ahora, al contarlo, me dé la risa”
  También, como en el ejemplo teórico, al narrador introducirnos en la historia:
  “Nadie me creería si lo dijera (...)”
nos está diciendo además que la situación hablada, reproducida en el modelo de la comunicación, no es tampoco escena del suceso (puesto que el narrador está reconstruyendo el pasado cuando habla de lo acaecido en casa de Marta Téllez) y que el hablante y el oyente (... se me escucha o no se me escucha...) mientras dure el relato, son más espectadores que personajes activos.
  El imperfecto en la novela no tiene propiamente significación temporal sino más bien espacial: (nos aleja de lo que miramos). No está diciendo que el suceso haya pasado, porque precisamente el novelista nos quiere hacer participar en ese suceso: “dijo que sentía un mareo”. En realidad, no solo el imperfecto sino también cualquier tiempo dentro del mundo narrado, pues siempre que éstos (los tiempos) se emplean, el hablante adopta el papel de narrador (“nadie me creería si lo dijera, lo cuál no me importa mucho”) invitando al oyente a convertirse en escucha, con lo que toda la situación comunicativa se desplaza a otro plano: lo primero que había dicho fue:
  “No me siento bien... (...). A Eduardo Deán lo conocí un mes más tarde...”
  Entonces, el mundo narrado con su tiempo narrado, no puede ser identificado con ninguna fracción de tiempo del mundo comentado o tiempo vivido. Los tiempos del mundo narrado están, entre otras señales, para que la temporalidad del mundo comentado no tenga validez mientras dure el relato:
  “Fui yo quien abandonó la casa común como es preceptivo, me vine a vivir donde aún vivo ahora, de esto hace ya tres años”
  “Ahora le paso también un cheque, legalmente, y le doy dinero en persona a veces (...)”
dice el narrador, hablando de su ex–mujer: Celia. Recordando, mejor dicho, a una mujer que fue su esposa pero que se separaron hace tres años. Tres años, dice el narrador. Y después, apenas unos renglones más abajo, el narrador agrega:
  “Alguien me decía que había visto a Celia aquí o allá (...). Y ahora estaba allí parado con el semáforo cerrado de nuevo...”
  En el mundo narrado (Weinrich) no tiene aplicación toda una serie de adverbios temporales: ahora, hoy, ayer, mañana. Los adverbios temporales, lo mismo que los tiempos, se ordenan en dos grupos, y nos informan, en primer lugar, si nos hallamos en el mundo narrado o en el mundo comentado. Entonces, podemos decir que en el lenguaje no existe en absoluto la clase de adverbios temporales, sino hay adverbios del tiempo narrado y adverbios de la temporalidad. (“Debería decir yo ahora que sé que ella ha muerto...”). Cuando se utilicen los adverbios, según se comente o se narre, salta a la vista la diferencia entre el tiempo narrado de mundo narrado y la temporalidad del mundo comentado.






TRAVESÍA DEL HORIZONTE:

 

 Travesía del horizonte, titulo que engloba el texto-total dentro del cual, a su vez, vuelve a aparecer como título de una novela enmarcada, que llamaremos micro-texto, dentro de dicho texto-total. De esta forma, englobados por el macro-marco del texto-total, encontramos un sub-marco, el cual engloba este micro-texto, llamado Travesía del horizonte que, como ya dijimos, es homónimo al texto-total y cuatro páginas sueltas que, a primera vista, nada tienen que ver con el sub-marco. Dicho sub-marco, o macro-texto, a la manera de H. James, nos introduce en el micro-texto a través de una situación enigmática. Planteada así la estructura superficial de la novela, nos introduciremos en el análisis de sus planos, los cuales diferenciaremos siguiendo la temática de Weinrich.
  Diferenciamos, entonces, dos planos: un primer plano o plano del relato y un segundo plano, o plano de lo comentado. A su vez, también diferenciaremos varios primeros planos, desde los más superficiales a los más profundos en relación a los diversos marcos del texto. Así, encontramos dos grandes primeros planos, narrados en primera persona, en perfecto simple, y en ambos casos, por personajes del relato.
  Qué sea en el relato el primer plano y qué el segundo es cosa que no puede decirse de una vez para todas, si es que aún no quiere admitirse la inversión de los términos según la cual es segundo plano, como adoptamos nosotros, todo lo que está en imperfecto y primer plano todo lo que está en perfecto simple.
  Una última aclaración en cuanto a la estructura: la novela se encuentra repartida en ocho libros. En el primer libro aparecen las cuatro páginas mencionadas, narradas por uno de los personajes pertenecientes al micro-texto enmarcado. El resto de los libros contienen el sub-marco que a su vez contiene el micro-texto enmarcado. Quedan así identificados los dos grandes primeros planos: el primero, englobado dentro del primer libro, a saber, las cuatro páginas, y el segundo, en los siete restantes, a saber, el sub-marco especificado. De esta forma, pone en primer plano y fuera del sub-marco y el micro-texto al personaje principal de la novela o micro-texto enmarcado.
Entonces, el primer gran plano consta de dos fracciones, “a” y “b”, para cada una de las cuales existe un narrador.

Primer plano “a”: libro primero, narrado en primera persona por Víctor Arledge (aunque no se lo menciona), en pretérito perfecto simple. En este punto se plantea un problema que será resuelto recién al finalizar la lectura del texto-total ya que, este plano introduce información que cronológicamente debería encontrarse al final, pero que, por una cuestión que hace al enigma, por otra parte el núcleo de la novela, es introducida al principio. Lo curioso, teniendo en cuenta los planos, es que esta información nos es dada en primera persona por un narrador que no es el narrador del sub-marco, ni un narrador superior, sino, uno de los personajes del micro-texto –el ya citado Víctor Arledge–, y sobre el cual gira todo el enigma. Ahora, lo más sorprendente, es que esta información es narrada por este personaje pero nunca pudo haber sido introducida por él: o fue deliberadamente introducida por el narrador del sub-marco, como preámbulo a su relato, sin advertirnos, o pertenece a un narrador oculto, o mejor dicho, “estratega” que es el que nos presenta el texto-total en su conjunto. Así, como en Mañana en la batalla... no podemos dar cuenta rápidamente cuando es que el narrador comienza a contar lo que le sucedió, hasta que dice: “Nadie me creería si lo dijera, lo cual no me importa demasiado, ya que soy yo quien está contando, y se me escucha o no se me escucha, eso es todo...”, en Travesía del horizonte no sabemos a quien adjudicar estas cuatro páginas iniciales hasta habernos adentrado bastante en el texto, sobre todo en el micro-texto, y dentro de este en uno de los segundos planos del texto. Con la variante de que, en definitiva, no logramos advertir quién es el responsable de que esa información se encuentre allí donde se encuentra, fuera del sub-marco, obligándonos a movernos sobre conjeturas.
Primer narrador (Víctor Arledge) –perteneciente al primer plano “a” –:
  “ Aún no sé si sus intenciones eran... o si bien todo aquel artificio respondía a...o bien, incluso – y aunque no creo que así fuera -, si se debía...”
“ Tal vez no sea muy honesto y lo más probable es que trate de consolarme mediante erróneas suposiciones, pero pienso que en otras circunstancias... las cosas se habrían desarrollado de muy distinta manera”.
Primer plano “b”:
sobre el cual no se dan mayores explicaciones, a la manera de personaje-pretexto para introducir la historia homónima a la novela y el enigma general del texto. Esta situación es compartida por todos los personajes del marco, sobre los cuales no se profundiza en absoluto, y, aunque pertenecen al primer plano del texto, podríamos decir que son personajes de segundo plano a la historia en cuestión, o sea al núcleo central del relato. Como dijimos antes, este marco introduce el relato en cuestión “travesía del horizonte” a la manera de James en “ Otra vuelta de tuerca”. El núcleo de la historia recae como a través de un espiral hacia el texto enmarcado, el cual contiene a los verdaderos personajes de esta obra, o sea, a los personajes principales, de la novela en su totalidad, que llamaremos a partir de ahora, para no generar confusiones, el macro-texto, refiriéndonos entonces a la novela enmarcada como micro-texto. El marco no representa un tiempo presente, el narrador que a su vez es personaje nos refiere la historia, por tanto, los sucesos que hacen a este marco pertenecen a un tiempo pasado, dado por un pretérito perfecto simple, al igual que en la Mañana en la batalla piensa en mí, puesto que los tiempos del presente nos informan ( al lector) de qué modo tenemos que escuchar. Entonces, podemos decir, que en las dos novelas, el lector va construyendo durante el curso de la primera página la temática que tendrá.
  En mañana en la batalla: “ Muchas veces se ocultan los hechos o las circunstancias: a los vivos y al que se muere(..). En travesía, el narrador nos informa de la misma manera en que él se fue informando en un principio, haciéndonos participes de su descubrimiento pero no en un mismo tiempo, dado que él nos está contando algo que ya sucedió. Sabemos que estamos recogiendo información, pero ignoramos la necesidad de relacionarla con el pasado: “ Al ser mencionada cierta persona que, según uno de los asistentes, había muerto en bancarrota... después de haber gozado (...)” lo mismo que en Mañana en la batalla..., con la diferencia que el narrador, en un momento, nos dice: “ Hay un grado de irrealidad en lo que a mí me ha pasado(..). A partir de entonces sentimos que comienza el relato.
El segundo narrador es el verdadero personaje del primer plano ( y del texto marco) y es el que nos va a referir la historia en su conjunto.
Segundo narrador: “ Cuando regresé al salón tuve ocasión de comprobar...” “Me serví una copa de oporto y, haciendo el menor ruido posible para no interrumpirles me senté en un sillón”.
“ Cuando me desperté a la mañana siguiente...”

Hipótesis del super plano: Esto nos hace suponer, o plantear la hipótesis, de la existencia de un super-marco o super-plano que no está especificado en ningún momento, y sobre el cual no podemos sacar conclusiones desde este ángulo, debido a que este trabajo esta basado en los tiempo verbales como punto de partida para diferenciar los planos. En otras palabras, como no hay huellas textuales de esta organización superior, es imposible atribuirle un plano basándonos en esta teoría.
Ya mencionamos la existencia de un relato enmarcado, el cual consta de un primer y segundo plano, así mismo dentro del relato marco también encontramos un primer y segundo plano. Y en el super marco antes mencionado estos planos son indiferenciables , ya que este supermarco es implícito, por lo tanto no hay ningún registro evaluable. Aclarar la mezcla de planos.

Segundo plano: Luego, en el propio núcleo del relato se encuentra con relativa frecuencia una acumulación de tiempos del segundo plano imperfecto y también pluscuamperfecto en circunstancias secundarias, descripciones, reflexiones y todos los demás objetos que el narrador quiere ver desplazados al segundo plano.
Encontramos, en menor medida, segundo plano en el marco, pero el relato enmarcado se encuentra totalmente en segundo plano, salvo algunas excepciones.
Segundo plano en el marco: “ Al ser mencionada cierta persona que, según uno de los asistentes, había muerto en bancarrota... después de haber gozado...” “ Cuando me había sido presentado, comentó con pesadumbre... que había dedicado su vida...”
Segundo plano en el relato enmarcado. Prácticamente todo el relato titulado Travesía del horizonte. Ahora, dentro de este gran segundo plano se da el primer plano esporádicamente. Ejemplo: “ Arledge, nervioso y exasperado, se irguió en su silla...” Pero inmediatamente retoma el segundo plano, el cual es eje de todo el relato: “ Tal vez se había precipitado...”




MAÑANA EN LA BATALLA PEINSA EN MÍ



 “Pensaste en mañana” medita Víctor mientras Deán le cuenta lo que le ocurrió en su estadía en Londres. Si observamos bien la proposición veremos que en ella se encuentran contenidos los tres momentos del tiempo, puesto que el narrador nos está contando algo que le pasó en un momento anterior y es entonces cuando tuvo ese pensamiento. “Pensaste” dice usando el pasado, porque a su vez Deán le contaba algo que ya le había ocurrido; “mañana” momento en el que el marido de Marta debería atenerse a las consecuencias de sus actos. Pero podemos ver que ese momento que era mañana es a la vez “hoy”, la hora en que ambos personajes se encuentran, hora que para nosotros, los lectores, ya es tiempo pasado.
Mañana en la batalla piensa en mí oscila continuamente entre el pasado y un futuro que no deja de ser pasado. Aclararemos este punto ahora y en adelante nos referiremos en lo posible a pasado y futuro. Víctor Francés nos cuenta un hecho que, como antes dijimos, le acaeció en el pasado, por lo tanto el momento presente variará a lo largo del relato. Si tuviéramos que contar el argumento de la novela nos veríamos casi en la obligación de saltear una parte. Seguramente tomaríamos como nudo principal del conflicto la muerte de Marta Téllez en brazos de Víctor y contaríamos de ahí en más como éste entró en contacto con los familiares de la víctima y finalizaríamos con el relato que el marido de la misma hace al protagonista, “el que cuenta suele saber explicarse”. Sin embargo sabríamos que nos estamos salteando un episodio que ocupa más de un capítulo del relato; el incidente que ocurre entre Francés y su ex esposa Celia. Este es el salto más grande que da el narrador. Sin más, se aparta de la historia principal y comienza a rememorar un acontecimiento anterior. Cuando vuelva a la narración principal, al “presente” narrativo, el lector no podrá ignorar los sucesos leídos, ya “no podrá olvidar el nombre de Celia”.
El narrador insiste a lo largo de la novela en que “vivir en el engaño es fácil”. Este engaño puede ser no solo provocado por alguien, sino involuntario. Un hecho ocurrido del cual no nos enteramos porque nos fue ocultado o simplemente por no habernos llegado aún la información, nos hace vivir de una manera diferente a como lo habríamos hecho de conocer la “realidad”. “Que extraña tarea es esa (la de contar)..., lo que sucede no sucede del todo hasta que no se descubre, hasta que no se dice y se sabe”. La vida acaba siendo un relato oído o un recuerdo, “pero en realidad el que cuenta siempre cuenta más tarde, lo cual le permite añadir si quiere”. La lectura de un libro no es más que el conocimiento de una historia particular. Nos manejamos con la información que el autor nos suministra; es muy fácil ser engañados. Las idas y vueltas en el tiempo que tiene esta novela obligan a quien la lee a construir sus hipótesis sobre datos parciales, datos incompletos que no cerrarán sino hasta el momento en que el verdadero presente llegue. Pero cuando llegue este momento ya se sabrá demasiado, y no solamente sobre lo que ocurrió sino sobre lo que podía haber ocurrido, porque nuestro narrador no ahorra pensamientos, al contrario, los vuelca en su historia generando expectativas basadas en abstracciones personales. “Hay cosas que uno debe saber de inmediato para no andar por el mundo ni un solo minuto en la creencia tan equivocada que el mundo es otro por ellas(...)Lo que nos cuesta es que el tiempo en que creímos lo que no era... debe ser suprimido de nuestro recuerdo... como si tuviéramos que volver a contarnos la historia o a releer un libro, y entonces pensamos que nos hubiéramos comportado de otra manera” pero ya es tarde “que maldición, ahora tendré que recordar ese nombre del que ni siquiera conozco el rostro...”.
Las especulaciones de Víctor son constantes. Podríamos citar la escena que ocurre en el restaurante entre Los parientes de Marta y el protagonista, donde éste pondrá en boca de Deán palabras que supone que él dirá para finalmente descartarlas por tratarse de un pensamiento propio. O el episodio del hipódromo, donde la secretaria del Único hará una apuesta muy grande y el narrador nos dará todas las pautas necesarias para suponer que el apostador no es otro que el Llanero, cuando en realidad la escena terminará sin que podamos conocer al verdadero tahúr.
Desde el comienzo nos encontramos con un relato ya iniciado. Poco sabemos de los personajes que lo protagonizan y la información que recibiremos luego no es previa al hecho conflictivo sino posterior y escaso. “Es más bien como cuando de niños íbamos al cine... y entrábamos en la sala a oscuras con una película a medias que veíamos hasta su final deduciendo lo que habría pasado antes...”. Debemos conformarnos con eso y con datos extras no íntimamente relacionados, como la historia de Celia o el suceso de Only de Lonely, que no harán sino condicionar nuestra lectura. “... luego nos ponían otra, y sólo después, al comenzar el nuevo pase de la primera y ver el inicio que nos faltaba, comprendíamos que lo que habíamos imaginado no tenía ningún fundamento ni se correspondía con la mitad perdida.” Claro que esto no nos ocurre solamente a nosotros, sino también al propio narrador quien se transforma en lector de su propia historia al encontrarse sobre el final con el marido de Marta, quien a su vez fue víctima de la misma situación mientras no supo lo sucedido con su esposa Según Gadamer la relación entre texto y lector obedece a la lógica de pregunta y respuesta. Pero la respuesta que formula el escrito nunca es plenamente suficiente, de manera que el propio texto plantea también preguntas, y es ahora al lector al que le toca encontrar las respuestas. Es importante repetir que nos encontramos frente a una novela que quiebra los límites entre ficción y realidad, o más bien los confunde, permitiendo que tanto el lector como los personajes actúen en el mismo nivel como lectores-productores.
Sobre el final de la novela ocurre algo interesante. El acontecimiento narrado por Deán a Víctor tiene varios puntos en común con el referido por éste a nosotros en el comienzo de la historia. Las similitudes son destacadas por el protagonista con pequeños comentarios agregados al relato del amante de Eva entre paréntesis, como reflexiones que van surgiendo a la vez en la mente del receptor ficticio y del real. Se genera de esta forma una especie de espejo; el pasado y el futuro se unen; el círculo se cierra. Finalmente era eso lo que el narrador buscaba: necesitaba que el círculo se cierre; a él ya le habían “contado”, ahora él precisaba “contarnos” como había vivido su propio cuento. En definitiva todos sabemos lo mismo, el ciclo está concluído.El tiempo pierde su esencia cuando, transformado en lenguaje, se lo manipula a voluntad (“vivir en el engaño es fácil”). Una historia recién concluye cuando no hay más que contar (como si tuviéramos que volver a contarnos la historia o a releer un libro), cuando el pasado y el presente son uno para todos (el que cuenta siempre cuenta más tarde), cuando el futuro no existe a no ser que, ya sabiéndolo todo, miremos hacia atrás y digamos “pensaste en mañana”.









Biografía.
Verdad y método, Gadamer; “El lector como instancia de una nueva historia de la literatura”. H.R.Jauss; “El papel del lector en la crítica alemana contemporánea”, A.Rothe; “Autor y lector modelo”, U.Eco; “Las relaciones entre el texto y el lector”, W.Iser.
Por H.Yerro.S.Stanley.S.Basualdo 

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