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sábado, 22 de enero de 2011

 Mi nombre del otro lado

Reconocí su voz apenas pronunció mi nombre,
 me acerqué  tan imperioso
como si lo abrazara
mucho antes de que terminara de preguntar:
¿Sos vos?
Y tuve –sé que la tuve–
por un instante la ilusión de que un llamado telefónico
podía desplazar los tres años que habíamos estado sin vernos.

Algo en el sí de su respuesta hundió mi nombre en el silencio.
 Y ya no pude decir nada.

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