Los moralistas, los políticos, los comerciantes, no hacen caso a la experiencia, porque sólo les conciernen las acciones y los productos. La mayor parte de la literatura fue escrita por desheredados y exiliados. Ambos estados fijan la atención en la experiencia y, por lo tanto, en la necesidad de redimirla del olvido, sostenerla con firmeza en la oscuridad.
J.B
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